‘Adieu’ a la imbatibilidad en el Parque de los Príncipes
Como todos sabemos, «adieu» (adiós) al proyecto del PSG para intentar ganar la Champions League, al menos esta temporada.
Mucho se ha hablado estas semanas desde la ida de octavos de final de Champions, que esta vez el conjunto blanco iría a un infierno indomable y que los ultras franceses harían lo imposible por convencer a sus propios jugadores de esta hazaña de eliminar al vigente bicampeón de Europa de su competición fetiche.
«Pero … amigo mío, ¿el dueño del infierno quien es?»
- «Evidentemente, el demonio».
Cristiano Ronaldo, quien desempeñó este papel al abrir la lata en el marcador, dejando atrás la imbatibilidad del equipo francés en su estadio. 19 victorias en casa esta temporada, y una derrota, la de ayer noche.
Un partido, donde a priori no parecía que el Madrid se fuese a jugar las habichuelas con ese once, tan irreconocible con la ausencia del medio del campo (Kroos-Modric) y la ausencia del jugador galés, Gareth Bale.
El sistema que sacó el entrenador francés ya lo probó en la ida en la segunda parte, pero la reacción ante esta decisión era de sorpresa absoluta. En todas las tertulias se ha discutido si fue valentía o coherencia del entrenador.
Pero como dice el refrán: A rey muerto, rey puesto. Pues eso, que hablar de la actitud del entrenador ya clasificado para la siguiente ronda es muy fácil, y es que en las horas previas al partido cuando fue anunciada la alineación, parecía que no pasábamos por todo el revuelo que se había montado para este partido.
La presencia de los ultras del equipo francés en el campo dio bastantes dolores de cabeza a los jugadores y al árbitro, que tuvo que parar el partido hasta en dos ocasiones tras la activación de algunos artefactos pirotécnicos.
Al inicio del partido, todo parecía ir de cara para los jugadores del equipo francés, los cuales andaban bien situados en el terreno de juego y parecía que meterían mano al equipo blanco, y el estadio animaba a ello.
Pero la única mano que pudieron meter al Madrid, fue en un desajuste defensivo entre Varane y Sergio Ramos, con el delantero parisino, Edinson Cavani. Solo sirvió para maquillar el marcador, con un 1-2.
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