#DesdeLaGrada | “No me llames iluso…”

Porque tenga una ilusión. Aunque la haya recuperado de la forma más inesperada posible y tras haber perdido todos los títulos en juego. Y aunque el motivo de ese resurgir del sentimiento no sea ni más ni menos que una sola persona.

Lo cierto es que la vuelta del hijo pródigo lo ha hecho posible. Ya en su época de jugador recuerdo pocos fichajes que hayan producido tal estado de excitación en la parroquia blanca ante su llegada, no en vano se trataba de uno de los mejores jugadores de fútbol de la Historia; uno de esos jugadores míticos, de los que quedan para el recuerdo en las instantáneas que reflejan el devenir del pasado glorioso del Real Madrid. Aún más si cabe, tras el extraordinario golazo de Glasgow aquel día de San Isidro del año 2002 que nos otorgaba la novena Copa de Europa. Ese jugador francés de origen argelino, prestidigitador del balón y el tipo que más ha dominado la ruleta sin haber pisado jamás un casino, estuvo llamado desde el día de su presentación – de ésas a la antigua con el desaparecido Presidente de Honor, D. Alfredo a un lado y un Florentino mucho más joven al otro – a marcar una época en nuestro Club; o quizá desde antes, ya que no podemos olvidar el mítico episodio de la oferta de su contrato en una servilleta.

Viendo cómo jugaba al fútbol este hombre, a muchos no les extrañó ver como iba haciendo su carrera de entrenador: tanto a la sombra de Ancelotti siendo una especie de enlace en la sombra entre la plantilla y el técnico, como dirigiendo al Castilla antes de ser llamado a asumir el mayor desafío como técnico que se pueda afrontar. Porque este hombre, la leyenda que no le había ganado a La Roda, el hombre con la flor más famosa del mundo, se hizo con las riendas del equipo tras la destitución de Rafa Benítez; instaló a su alrededor la tranquilidad de la que hace gala siempre, la sorna en las ruedas de prensa y trajo consigo un estado de paz y normalidad tan necesarios, que llevó al Real Madrid a lograr una Liga y tres Copas de Europa consecutivas. Y aunque eso no signifique que todo lo hiciera bien, pues no consiguió que el equipo rindiera al máximo en todos los frentes, lo cierto es que algo bueno debía tener para que, menos de un año después de su vuelta, su regreso haya servido para que como por arte de magia tras una temporada que se estaba yendo por el desagüe, al menos se atisbe en el Madridismo un esbozo de sonrisa motivada por la ilusión despertada con su vuelta.

Ignoro las razones por las que se fue y menos aún por las que ha decidido volver. También si tendrá plenos poderes o ni siquiera si los ha pedido. He de confesaros que días antes de consumarse, de fuentes que me merecen toda mi confianza me llegaba que el elegido era otro. Alguien con dotes de Mánager general, que creo que es lo que ahora precisa el equipo, al menos a corto plazo, para tratar de construir un nuevo proyecto. No sé tampoco si Zizou ejercerá como tal y nos mostrará que vale igual para un roto que para un descosido también en esta faceta.

Lo que sí sé es que el divino calvo como me ha dado por llamarle, ignorando si estaba ya registrado el apodo o si tendré que pagar derechos de autor por su uso, ha regresado. Y con él aunque parezca mentira, también la ilusión. Así que, no me llames iluso, aunque sea #DesdeLaGrada.

@pepo2204

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