Crónica: Real Madrid 0-4 FC Barcelona
El Barcelona golea al Real Madrid tras un Clásico horroroso por parte de los blancos, que batieron un récord de fueras de juego en contra.
No están leyendo mal el titular de la crónica. 0-4 fue el resultado final del Clásico y hay muchas responsabilidades que exigir porque el equipo ha dado una vergüenza absoluta en preparación del partido, ideas de ataque, situaciones defensivas y sustituciones inadecuadas.
Primero de todo, vamos con las alineaciones de ambos equipos. Por parte de Carlo Ancelotti, el Real Madrid formó de esta manera: Lunin; Mendy, Rüdiger, Militao, Lucas; Tchouaméni, Valverde, Camavinga, Bellingham; Vinícius, Mbappé.
El conjunto de Hansi Flick eligió el siguiente 11: Iñaki Peña; Balde, Íñigo Martínez, Cubarsí, Koundé; Pedri, Casadó; Raphinha, Fermín, Yamal; Lewandowski.
Y ahora, seamos serios, el partido del Real Madrid no fue nada bueno en ningún ámbito. En el emocional, la primera parte del Real Madrid parecía establecer un clima de cierta ilusión en la afición.
El equipo salía despierto, presionaba arriba y se mostraba bien con balón durante los primeros 30 minutos. Faltaba eso sí, alguna llegada que desembocara en gol de forma legal puesto que nuestros ataques siempre se veían sometidos al castigo del fuera de juego.
Primera responsabilidad a exigir aquí puesto que no puedes pretender ganar un partido cayendo 12 veces en fuera de juego. Mucho se ha hablado esta semana, tras la victoria del Barça frente al Bayern en Champions, de cómo defiende el conjunto de Flick con la defensa prácticamente en mediocampo y aún así, no consiguió el Madrid en ningún momento evitar esa trampa. Es imposible que nadie en el equipo haya siquiera pensado en intentar arrancar desde campo propio para evitar la infracción y conseguir el gol a favor.
No es baladí esto que comentamos, puesto que este error de preparación, falta de calma y de concepto futbolístico nos costó 2 goles anulados, ambos a Mbappé quien fue el protagonista cayendo 10 veces (¡10 VECES!) en posición errónea.
Tampoco ayudaba que las jugadas personales fueran… eso, demasiado personales. Una buena jugada de Vini pudo acabar en pase para Bellingham y hubiera sido gol seguro, pero no ocurrió así ya que Vini tiró, falló y el gol se escapaba una vez más.
Y cómo no, quien perdona tanto lo acaba pagando y más aún si te borras del mapa dejando atrás la intensidad del primer tiempo y las ideas de ataque y trabajo. Sumadle a eso los eternos despistes defensivos, que ya comienzan a cansar en esta temporada, y el producto final será odioso.
El primer gol vino precisamente por una cadena de fallos: Tchouaméni no cierra el medio, Rüdiger no fue capaz de cortar un balón por el medio de Casadó a Lewandowski, Mendy se queda enganchado habilitando al polaco y el 9 culé definía a la perfección para el 0-1.
Poco después, sería Rüdiger quien no terminaría de fijar a Lewandowski y este remataba de cabeza a placer un centro lateral para el 0-2.
Llegaría otra mala decisión en la figura del cambio de Tchouaméni por Modric. Sí, el Madrid necesitaba recuperar el balón pero no a expensas de dejar el centro del campo libre y con alfombra roja al rival.
De este descontrol surgió el baile del Barça, teniendo Lewandowski otra ocasión para hacer el hat-trick lanzando un balón al palo con la portería vacía.
No quedaría ahí la cosa y acto seguido llegaría el 0-3 en otra acción a la contra del Barcelona entre Raphinha y Lamine Yamal, para que el joven culé anotase de bella factura ante la pasividad de Mendy.
Quedaría el golpe final a pies de Raphinha, quien superaba a Lucas en velocidad y batía por alto a Lunin.
0-4 en contra, a 6 del líder y dando una imagen penosa.
No se explica que este equipo no tenga otra idea que no sea pelotazo para arriba, no es sostenible la pasividad de Ancelotti y su total desprecio por jugadores como Güler o Endrick que hoy, al momento del 0-1, podrían haber cambiado mucho al equipo.
Igual que tampoco se explica cómo el futuro Balón de Oro y el jugador más deseado de los últimos años no encuentren más recursos frente a defensores más débiles, caigan en recurrentes infracciones y no consigan ni definir correctamente ni asociarse con sus compañeros cuando la jugada lo requiere.
Otro toque de atención sería a la defensa, ya que los partidos duran 90 minutos (quizá algo más) y no se pueden aceptar ni bajones de rendimiento, ni desconexiones a medio encuentro ni errores de bulto que cuestan un gol tras otro.
Y finalmente, la planificación de plantilla. Sin recursos para paliar las bajas y sin jugadores de recambio en todas las posiciones… lo tenemos crudo para intentar ganar algo este año.
Que Dios nos pille confesados, porque hoy lo vemos todo azul oscuro casi negro.
Los comentarios estan cerrados.