Crónica: Liverpool 2-0 Real Madrid
El Real Madrid cae derrotado en Champions dando muy mala imagen en Anfield.
Volvía la competición europea a las noches futbolísticas, volvía la Champions League y lo hacía con partido grande. El escenario era nada menos que el estadio de Anfield, templo sempiterno y casa del Liverpool. El conjunto red llegaba a este encuentro muy en forma y con ganas de mantener su gran racha de resultados positivos. El Real Madrid, en cambio, venía de dar buena imagen en su encuentro con el Leganés y deseaba mejorar su posición en Europa.
Carlo Ancelotti eligió a estos 11 jugadores: Courtois; Mendy, Asencio, Rüdiger, Valverde; Camavinga, Modric, Arda; Mbappé, Bellingham, Brahim.
Ya entrando en el partido en sí, lo siento mucho pero una vez más debo ser portador de malas noticias. Muy malas, si analizamos el partido a fondo, porque lo peor de todo no fue solo el resultado adverso, ni los goles de McAllister y Gakpo (minutos 52 y 76) sino la cantidad de sensaciones nefastas que dejaron estos 90 minutos.
Empezando por los goles, un error ya habitual en los nuestros como es el de salir sin intensidad en los minutos iniciales y ver cómo todos los jugadores, en situación defensiva, bajan el ritmo y prácticamente se quedan mirando la jugada mientras el rival anota a placer. Así llegó el primer gol, con una bonita combinación entre Connor Bradley y McAllister, quien recibía absolutamente solo en la frontal del área y conseguía encontrar el hueco para rematar a puerta. Tras el gol, el jugador argentino tuvo una jugada similar que se marchó fuera por poco. Mal está que te ocurra una vez, pero es intolerable que después de encajar gol permitas exactamente la misma acción, con el riesgo de conceder un 2° gol.
Pero ese 2° gol llegaría más tarde tras un corner botado por los reds. Robertson sacaba en corto y centraba al área en la devolución y encontraba la cabeza de Gakpo, quien remataba a placer. Increíble cómo en un 2 vs 2 en banda, el lateral escocés centrase sin ningún tipo de oposición y que el resto de la defensa en el área no consiguiera dar ni tan siquiera algo de guerra al atacante para intentar evitar el gol. De nuevo, no se puede permitir en el Madrid esa falta de ganas. Pudo ser peor, si Salah no hubiera lanzado al palo un penalty absurdo cometido por Mendy.
Pero vayamos a los nuestros, que hay nombres que señalar. Empezando por lo positivo, que es poco pero reseñable, el buen partido de Asencio otra vez más, cumpliendo con creces contra jugadores más rápidos como Darwin Núñez o Salah. Se llevó una amarilla pero tuvo nota muy alta durante los 90 minutos.
En los «deslogros» negativos, el primero de ellos es para Mbappé, ya que el francés erró prácticamente todos los balones que jugó, no consiguió irse de nadie con peligro y ni siquiera pudo tirar a puerta. Para mayor deshonra, falló un penalty clave ya que podría haber supuesto el 1-1. Muy fuera de su nivel, solo restó al equipo y cada vez se le ve más discutido entre la afición que pierde la paciencia ante estas cosas.
Seguimos por Mendy, aunque en su caso Ancelotti le tomó la matrícula y tras el penalty le mandó a la caseta para dar entrada a Fran García. Superado, sin ritmo, una rémora con balón en los pies, es una sombra del baluarte que fue la temporada anterior.
Arda Güler es otro de los nombres a comentar negativamente hoy. No tuvo culpa de la derrota el chico, pero sí que estuvo bastante fallón en la noche de hoy. Aturullado, precipitándose en muchas decisiones y con demasiado afán de acabar él las jugadas por sus excesivas ganas de agradar.
Ancelotti tuvo su parte de culpa también, ya que volvió a no terminar de acertar con los cambios, siendo la entrada tardía de Endrick o el banquillazo a Fran García de esas decisiones que nadie consigue entender.
Para terminar la noche de pesadilla, contamos también con la lesión muscular de Camavinga y una acción donde Courtois acabó cojeando y tocándose la rodilla tras un salto. La acción de Courtois, por cierto, es la clara definición del equipo hoy, puesto que tuvo que ser él quien sacase el balón jugado en la acción posterior al golpe mientras sus compañeros veían claramente cómo cojeaba el portero belga y nadie quiso la responsabilidad de coger la bola.