Los héroes sí existen

Recuerdo cuando tenía nueve años y paseando por Madrid, pasamos por el Palacio de los Deportes. Mi padre, que no se cortaba ni con una katana, le pidió al encargado de seguridad de una de las puertas que si podía entrar un momento para que “el niño viera el ambiente”.

 

Era otra época, eran los noventa y no había tanta preocupación por la seguridad, así que aquel hombre nos dejó entrar y asomarnos al partido, total, quedaban 2 minutos. Jugaba un gigante lituano llamado Arvydas Sabonis. Yo por aquella época no sabía ni quien era ya que ocupaba mi tiempo en aprenderme de memoria las alineaciones del equipo de fútbol, para mí el baloncesto era un deporte que se jugaba en EEUU y lo dominaba un tal Michael Jordan.

 

Recuerdo un ambiente tremendo, con la gente animando y silbando como yo jamás lo había visto en el Santiago Bernabéu. Y yo, que desde pequeño ya apuntaba maneras de animador incansable, me quedé enamorado de aquello. Al terminar el partido nos esperamos junto a la puerta del Palacio para ver salir a los jugadores y allí mismo tengo una foto con ese gigante venido del Este sujetándome en brazos, porque era imposible encuadrarnos a los dos en una misma foto.

Desde aquel día empecé a interesarme mucho más por el baloncesto y a conocer a los jugadores de nuestra sección, podría decirse que fue un amor a primera vista. Me enamoré de él, pero no quedo con él por inercia, como si no hubiera nada más a mi disposición. Me quedo con él porque así lo decido cada día al despertarme. Todos los días nos peleamos o nos decepcionamos, lo elijo a él y él me elije a mí.

Crecí con los Isma Santos, Arlaukas, Biriukov, Bodiroga, Antúnez, Isma Santos, Pablo Laso y compañía. Celebré la copa de Europa de 1995 de Obradovic y viví la travesía por el desierto de los años sin títulos. Y tras todo este tiempo, descubrí que nuestra plantilla actual está hecha del material del que se hacen los héroes, esos personajes que solo vemos en libros de dragones y películas llenas de explosiones.

 

Nuestra temporada empezó con la lesión de Llull, siguió con la de Kuzmic, Ayón, Randolph, problemas personales que mandaban a Trey a casa unas semanas… no pasábamos por nuestro mejor momento. Pero nos rehicimos, encadenamos victorias seguidas en Europa y en ACB dejamos el primer puesto asegurado, colocamos al niño Doncic como MVP de la Euroliga y todo marchaba bien pese a las bajas.

 

Se recuperaban los lesionados y seguíamos viendo los esperanzadores videos de Llull corriendo y tirando a canasta. Nos birlaron la Copa en nuestra cara y nos volvimos a levantar. Se lesionó Luka y surgió Campazzo al rescate. Tras echarse a la espalda minutos y minutos, el base argentino no dejaba de levantar ovaciones allá donde iba y claro, siguiendo la tónica de la temporada, se lesiona. Pero no pasa nada porque ahí estaba Causeur que, tras casi regalar el partido en Belgrado, llega a Málaga y él solo gana un partido que parecía escaparse.

 

Por eso dentro de ese enamoramiento he descubierto que los dragones no existirán, pero sí existen los héroes, llevan una camiseta blanca de tirantes y no dejan de ganar trofeos.

 

Por eso sigo sin entender que cada vez que pasamos por una mala racha vuelva el famoso #LasoDimisión, el remodelar de la plantilla y el “generación acabada”. Disfrutemos de lo que tenemos y de lo que hemos tenido, alegrémonos y cantemos, chillemos y animemos como si no existiera un mañana, porque tal vez, no exista. Tal vez nunca podremos volver a juntar una plantilla así, tal vez nunca sintamos lo que es jugar tantas y tantas finales seguidas, tal vez nunca volvamos a ver un equipo de héroes.

 

@HCFanego

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