Cruel final para una floja Euroliga del Madrid
Noche grande en el WiZink Center. El cuarto partido de los cuartos de final de la Euroliga enfrentaba a dos colosos del baloncesto europeo: el Real Madrid y Olympiacos, en una rivalidad que ya trasciende lo deportivo. Tras una serie marcada por la intensidad, los ajustes tácticos y la historia reciente entre ambos, el duelo de este jueves llegaba cargado de tensión. Los griegos, con la urgencia de empatar la eliminatoria, visitaban a un Madrid que soñaba con sellar el pase a la Final Four ante su afición.
El partido comenzó con ambos equipos mostrando intensidad y determinación. El Real Madrid logró una ligera ventaja al finalizar el primer cuarto, con un marcador de 21-16. Mario Hezonja destacó con su acierto en el tiro exterior, mientras que Alberto Abalde y Andrés Feliz aportaron energía desde el inicio. Olympiacos, por su parte, se mantuvo en el partido gracias a la eficacia de Evan Fournier y Alec Peters.
En el segundo cuarto, el Real Madrid mantuvo su ritmo ofensivo y logró ampliar su ventaja. Facundo Campazzo dirigió con maestría, anotando y asistiendo, mientras que Hugo González y Dzanan Musa aportaron puntos clave. El equipo blanco mostró un notable acierto en los triples, con un 61.5% de efectividad, y logró contener a Sasha Vezenkov, quien no anotó en la primera mitad. Sin embargo, las faltas personales comenzaron a acumularse, con Walter Tavares cometiendo tres, lo que podría ser un factor a considerar en la segunda mitad.
Al descanso, el Real Madrid lidera el marcador con un 47-42. Hezonja como el máximo anotador del equipo con 13 puntos, seguido por Campazzo y Musa con 6 cada uno. Olympiacos se mantiene en la pelea gracias a los 14 puntos de Fournier y los 9 de Peters. El partido quedaba muy abierto, y la segunda mitad prometía emociones fuertes en este enfrentamiento de titanes.
Con un 47-42 favorable al descanso, el Real Madrid salió tras el entretiempo con la misión de consolidar su ventaja y encarrilar el quinto partidoo. Pero Olympiakos tenía otros planes. El conjunto griego, con una defensa más agresiva y un ataque mucho más estructurado, firmó un tercer cuarto demoledor (18-26) que igualó las fuerzas y encendió todas las alarmas en el WiZink Center.
Mientras Hezonja seguía siendo el referente blanco (18 de valoración), el resto del equipo entró en una preocupante fase de desconexión ofensiva. Olympiakos, por su parte, encontró continuidad en Evan Fournier (también 18 PIR) y en el acierto desde la media distancia, además de castigar cada despiste madridista con paciencia quirúrgica. El parcial dejaba el marcador reflejando un 65-68 al borde del último acto. Miedo escénico para unos; hambre y oportunidad para otros.
Todo por decidir en los últimos diez minutos, pero la historia se volvió a escribir con tinta griega. Aunque el marcador del último cuarto fue parejo (19-18), el desarrollo fue un drama en cámara lenta para el Real Madrid. Los de Chus Mateo, sin ideas claras en estático y con pérdidas en momentos clave, no supieron cerrar el partido cuando lo tenían en la palma de la mano.
Olympiakos, con la experiencia que da el colmillo de haber estado en mil batallas, manejó los compases finales con más temple. Cada posesión fue oro, cada rebote disputado como si fuera el último. El Madrid, desfondado y sin acierto exterior, murió en la orilla. El bocinazo final, con ese 84-86 definitivo, fue una daga helena que silenciaba el WiZink.
El Real Madrid, tras un curso lleno de altibajos, se despide de la Euroliga de la forma más dolorosa: en casa y tras dejar escapar una ventaja de nueve puntos en muchos momentos del encuentro. Olympiacos, con oficio y una defensa brutal en el momento más crítico, avanza a la Final Four por cuarta temporada consecutiva. El Madrid, por su parte, deberá mirar hacia dentro, reconstruirse y volver a empezar. Porque en esta competición, los errores se pagan muy caro. Y en noches como esta, incluso una ventaja sólida puede volverse humo en cuestión de minutos.
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