Carácter blanco para domar al París
Madrid salió algo frío, sorprendido por el descaro del París Basket. Los franceses impusieron un ritmo alto, con mucho movimiento de balón y acierto exterior, mientras a los nuestros les costaba ajustar en defensa. Aun así, el talento individual permitió no descolgarse del partido, y entre acciones aisladas y algún destello ofensivo se logró cerrar el cuarto con el marcador igualado y la sensación de que aún no se había mostrado la verdadera cara del equipo.
Con la segunda unidad en pista, el Madrid empezó a encontrarse mejor. Subió la intensidad defensiva, llegaron los robos y el juego en transición, y el WiZink empezó a empujar. El París seguía respondiendo con valentía, pero ya no dominaba tanto el ritmo. El Madrid logró pequeñas ventajas, aunque sin romper el partido, marchándose al descanso con todo por decidir y la certeza de que el partido se ganaría desde la defensa.
Tras el paso por vestuarios, el Madrid salió decidido a mandar. Mejor circulación de balón, más agresividad en el rebote y mayor control del tempo. Hubo momentos de muy buen baloncesto, con parciales favorables que parecían abrir brecha, pero el París Basket demostró personalidad y no dejó que el Madrid se escapara. Cada intento de ruptura era respondido, manteniendo la tensión máxima de cara al último cuarto.
Ahí apareció el Madrid de las grandes noches europeas. Cuando más apretaba el rival, el equipo mostró colmillo competitivo: defensa dura, posesiones largas y acierto en los momentos clave. Los líderes asumieron responsabilidades, el público se volcó y cada canasta se celebró como una final. El París luchó hasta el final, pero el Madrid supo cerrar el partido con oficio y carácter, sumando una victoria de las que refuerzan al equipo y a la afición.
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