#DesdeLaGrada | “La Catarsis del Tomatazo”

Hace unos años asistí a una función de teatro amateur en la que el público decidía con su actitud si la obra le había gustado o no. La mecánica era bien sencilla: si el veredicto era que la representación había sido de tu agrado, aplaudías a los actores a rabiar, mientras que por el contrario si éste no había sido el caso, podías arrojar tomates a los actores, de ahí su nombre.

Aplicando el símil a la situación actual por la que atraviesa el Real Madrid, no cabe duda de que la famosa Fiesta de la Tomatina de Buñol quedaría corta en cuanto a aprovisionamiento de tomates para lanzar hipotéticamente a los protagonistas de este desaguisado.

Es realmente difícil para un madridista poder sentarse a escribir un artículo tras un batacazo como el sufrido ayer por nuestro equipo en el partido del Camp Nou. Sin embargo, aparte de la vergüenza torera que se supone se tiene cuando se decide pertenecer a este bendito club, puede servir también como terapia de choque para lamernos las heridas cual felino y tratar de pensar entre todos las posibles soluciones a esta debacle.


Por lo pronto, parece ser que la primera de todas esas soluciones pasa por la inmediata destitución del entrenador, Julen Lopetegui. Si bien no es el único responsable a mi juicio de la situación, sí que ha demostrado una clara falta de capacidad para poder aportar las respuestas a la crisis que atraviesa el equipo. Decisiones controvertidas como la preponderancia de las jerarquías por delante de los méritos contraídos por los jugadores con su desempeño en el campo, o el empecinamiento en repetir determinadas situaciones que se han visto completamente ineficaces o el tratamiento del tema Vinícius, han acabado por demostrar que ésta era demasiada empresa para el técnico guipuzcoano.

Respecto al brasileño, ha terminado por resultar incomprensible que, habiendo apelado la doble tarjeta recibida en su enfrentamiento ante el Celta B, no jugara el sábado ante el Fuenlabrada con el Castilla para ir ayer a Barcelona a ver el partido desde la grada.


Pero el técnico no es, como decía, el único culpable de esta situación. La responsabilidad de los jugadores es evidente. A estas alturas de temporada, la mitad de la plantilla – por no decir que más de la mitad – se encuentra en un estado de forma preocupante. Los errores defensivos se suceden, la autocrítica brilla por su ausencia salvo raras excepciones y el nivel contrastado de ciertos integrantes de la plantilla no se está mostrando. Además, y para más inri, han aflorado determinado tipo de actitudes egoístas, más visibles en la figura del capitán, que no hacen sino intranquilizar aún más a la ya de por sí nerviosa parroquia blanca.

Tampoco conviene olvidar que la plantilla está más debilitada con respecto a la temporada anterior. La salida del principal goleador ha sido suplida con jugadores de una calidad inferior, lo cual tampoco era muy difícil si consideramos que Cristiano es uno de los mejores – si no el mejor – delanteros del mundo.  Se lleva apostando un tiempo en el club por un modelo en el que los jugadores jóvenes tomaran el relevo, adquiriéndolos cuando son promesas en ciernes, por un menor coste del que tendrán más adelante, una vez consagrados. Sin embargo, o bien no se están utilizando en plenitud – caso de Vinícius – o no han terminado de dar un paso al frente definitivamente cuando son requeridos  – caso de Asensio -; pese a haber apuntado maneras en las pasadas temporadas.


Queda mirar al frente, responder a la pregunta: ¿Y ahora qué?. Para empezar habrá cambio de entrenador casi con toda seguridad. Los medios apuntan a Conte. Pero está claro que el que venga habrá de enfrentarse a una plantilla de la que tendrá que sacar el mejor rendimiento. Necesitará echárselos al bolsillo y ganarse su confianza, o por el contrario, tirar por la calle de en medio y cargarse a la mitad de los jugadores. Sea lo que sea lo que haga, todo cambiará si el balón empieza a entrar, se ganan partidos y el club obtiene la tranquilidad necesaria para poder afrontar el proyecto de cara al futuro. Aprender de los errores y tratar de preparar los próximos años con garantías, porque en el Real Madrid la exigencia es siempre máxima y las llamadas temporadas de transición no se contemplan de buen grado por la exigente afición merengue.

¿Y la afición? Está claro que podríamos ponernos de uñas, circunstancia a la que tenemos derecho por otra parte, u optar por tratar de apoyar al equipo incondicionalmente. Creo que pese a la tentación de elegir la primera, es la segunda la que lleva a los grandes equipos a lograr los objetivos propuestos. Una afición fuerte y unida debería estar junto al equipo en las buenas y en las malas. Tiempo habrá de cobrar facturas a final de temporada. Mientras tanto, aquí seguiremos apoyando al Real Madrid #DesdeLaGrada.

 

@pepo2204

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