Pone punto y final a la temporada el Real Madrid Castilla venciendo por 1-2 en su visita al Valladolid B. Los de Solari, que ya no se jugaban nada, demostraron no obstante que tenían equipo para aspirar a algo más. Bonita manera de cerrar un año más que irregular marcado por la escasa efectividad ofensiva. Definitivamente, el primer filial madridista será octavo del primer grupo de Segunda B.
Siendo la última jornada entre dos equipos sin objetivos por los que pelear, esperábamos ver un partido bonito, sin tensiones. Así salieron ambos conjuntos, con ganas de lucirse y acabar dejando buenas sensaciones. Sin embargo, las condiciones del terreno de juego y la climatología no eran las idóneas para jugar al primer toque. El Castilla intentaba acercarse con criterio a los dominios pucelanos, pero sin mucha suerte. De todos modos, no les hizo falta: el arma más letal de este equipo, Franchu, entró a toda velocidad por la banda y centró para que Cristo hiciera el 0-1. Un gol, además, siempre da confianza, y ayudó a los de Solari a gestionar la defensa para presionar con mucha intensidad en campo contrario. Sabían que cualquier error del Valladolid B en la salida podía convertirse en el segundo tanto merengue.
Parecía que veíamos por fin al Castilla que se esperaba esta temporada. Pese a esto, cuando más cómodos estaban los hoy visitantes, Antonio Domínguez materializó un penalti para empatar el partido. El tanto dio un giro al encuentro, inclinando la balanza hacia el lado vallisoletano, que quería tener la pelota. No obstante, de nuevo, en el mejor momento local llegó el 1-2 de Quezada con un elegante disparo de falta. El partido estaba precioso, con los dos equipos disputándose la posesión, rondando siempre las áreas rivales. Si bien el Castilla era quien marcaba el ritmo, el miedo lo metían los delanteros blanquivioletas, muy activos. Durante toda la temporada esta ha sido una de las grandes lacras de los de Solari, pues superada la primera línea de presión la defensa no es capaz de contener las ofensivas rivales. El resultado, aun así, no varió. Al descanso seguimos con 1-2.
A la salida de vestuarios ambos conjuntos pretendieron continuar con su disputa por el dominio, sin rendirse en ningún momento. El filial del Valladolid no quería dejar a su afición con mal sabor de boca, y el del Madrid sabía que es su deber ganar todos los encuentros. Se dieron así unos minutos de tanteo que permitieron lucirse a los porteros, especialmente a un Belman que ha realizado un magnífico año. Pequeños chispazos de ciertos jugadores eran los que marcaban la diferencia, como una jugada de Óscar llena de filigranas en la que reclamó penalti. Solari decidió dar descanso a Franchu y sacar al campo a Seoane, y al equipo le costó adaptarse al cambio. El Valladolid B tuvo buenos minutos entonces, asustando a la zaga blanca, y entonces el argentino sustituyó a Fidalgo por Tejero.
Incluso con los cambios defensivos, el Real Madrid Castilla había dejado de encontrarse cómodo. Belman tuvo que ejercer de salvador de nuevo, deteniendo cada disparo local. Los vallisoletanos llevaban mucho peligro a balón parado, pero no fueron capaces de poner la pelota en la red. Jugando de locales, estaban dispuestos a intentar ganar hasta el último segundo, a morir en el área rival. En el Castilla entró Mancebo por Quezada, intentando reorganizar el equipo y terminar el partido desahogados. Sin embargo, no hubo tiempo para mucho más. Finalmente, el marcador se quedó en 1-2.
De esta manera, los de Solari acaban el curso en octava posición con 55 puntos, repartidos en 14 victorias, 13 empates y 11 derrotas. Un curso marcado por la irregularidad, por rachas muy buenas y encuentros catastróficos, por haber empatado o perdido muchos partidos que se podían haber ganado fácilmente de haber atinado de cara a puerta. Así, el filial madridista seguirá un año más en Segunda B por terminar a 8 puntos del playoff de ascenso.
XI Castilla: Belman, Álex, Reguilón, Javi S., León, Jaume, Feuillassier (Seoane 66´), Fidalgo (Tejero 79´), Cristo, Óscar, Quezada (Mancebo 88´).
