Gracias por todo Sergio

Las leyendas se forjan con el tiempo, lo normal incluso es no elevar a los altares a nada ni nadie hasta tiempo después de su adiós. Pero si de ser justos se trata, lo más justo es reconocer el estatus de leyenda de Sergio Ramos, cuando aun su nombre sigue grabado en las taquillas del Bernabéu.

 

Sergio llegaba a Chamartín en 2005 tras aquel guiño de llegar con un traje completamente blanco a la convocatoria de la selección. Una selección con la que tocaría el cielo pero que también le haría conocer el infierno enfrentándolo con la afición madridista.  Entró a un vestuario plagado de “galácticos” donde ya se preveía que la casta que traía en la maleta aquel niño de Camas, supliría cualquier carencia de juventud que pudiera tener. Llegaba un joven que tan solo había disputado un puñado de partidos en primera división, sin saber que se convertiría en el capitán del mejor club del mundo, sin saber que se convertiría en el Real Madrid.

 

Durante dieciséis temporadas Sergio Ramos conquistó: Cuatro Champions League, cuatro Mundiales de clubs, tres Súper Copas de Europa, cinco Ligas, dos Copas del Rey y cuatro Súper copas de España. Un palmares al alcance de muy pocos, un palmares que solo contribuye a engrandecer la leyenda de un jugador que será recordado como uno de los mejores de la historia en su posición.

 

 

Sergio será recordado por aquel cabezazo en Lisboa donde cambió el rumbo de la historia del Real Madrid. Ese gol, estabilizaba un proyecto, no somos pocos los que nos preguntamos que habría sido del club si ese remate no toca la red.

Fue capitán de las tropas blancas, llevando el escudo con el orgullo que requiere incluso en las derrotas, elevando al infinito aquello de no rendirse jamás.  Mención especial a aquellas batallas con Lewandowsky en las noches europeas. Sergio, manchó la camiseta blanca en muchas ocasiones, sí, pero de barro, de sudor y de sangre, de su sangre. Jugador de esos que llaman de raza, fue el pilar de un grupo campeón, porque el Real Madrid de las cuatro de cinco, no tiene sentido sin su capitán.

 

Ya lejos queda aquel 2005 donde “Schuster” cambiaba el marcar goles a porterías hechas con dos piedras en su Camas natal, por incendiar el Allianz Arena o silenciar el Camp nou. Dieciséis años de un defensa con alma de delantero. Ciento y un goles que no fueron mas porque compartió ciclo con un animal del gol que acaparaba faltas y penaltis. Se cierra la etapa de un jugador diferente que no deja indiferente a nadie.

 

 

Gracias Sergio, por todo, de verdad. Siempre te recordare como aquel jugador indomable que hizo tocar el cielo con las manos tantas y tantas veces. Tan lejos quedarán los momentos menos buenos fuera del campo, que no pueden empequeñecer ni un ápice tu grandeza y solo se te recordará levantando títulos una y otra vez con la elástica blanca.

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