Separar el arbitraje del juego debería ser una norma inquebrantable, pero esta vez fue imposible. El Real Madrid, pese a su esfuerzo, cayó en un partido marcado por decisiones arbitrales muy polémicas. Faltó pegada en los minutos finales, más apoyo para un Supermario Hezonja brillante. Además, los blancos sufrieron en el rebote defensivo y perdieron demasiados balones. Todo en una noche donde el criterio de los colegiados pesó demasiado.
La actuación arbitral recordó a épocas oscuras de la Copa de Europa bajo la FIBA, donde jugar fuera era una odisea. La diferencia en faltas (19 a 29) y en tiros libres (17 a 33) fue escandalosa. Pero aún peor fue la sensación de un doble rasero, evidente para todos. La presión del infierno griego en La Paz y la Amistad condicionó demasiado. Un ambiente que terminó de inclinar la balanza.
El Real Madrid tuvo errores propios, que también pesaron. Faltó una plantilla más amplia y jugadores como Musa, Tavares o Campazzo no dieron el paso adelante. El equipo firmó un pobre 58% desde el tiro libre, un lastre enorme. Mientras tanto, Vezenkov (22 puntos) y Fournier (17) impusieron su clase en el momento crucial. La suma de factores hizo la remontada imposible.
Chus Mateo movió el banquillo de inicio con acierto, dando entrada a Llull y a Hezonja. El Madrid comenzó fuerte, combinando cambios defensivos inteligentes y buenas decisiones en ataque. Llegó a dominar por +13 en un gran primer cuarto. Sin embargo, el desconcierto arbitral llegó rápido y cortó su impulso. Un parcial de 14-2 del Olympiacos les volteó el marcador antes del descanso.
Tras el parón, los blancos volvieron centrados y agresivos, recuperando ventaja con triples de Campazzo, Abalde y Hezonja. Pero de nuevo emergió el Olympiacos, con Fournier castigando desde la línea de tiros libres. Un demoledor parcial de 19-2 hundió al Madrid en el tercer cuarto. Musa desacertado e Ibaka fallando tiros clave facilitaron la escapada griega. Todo mientras el ambiente seguía rugiendo.
En el tramo final, Hezonja sacó su orgullo y calidad para mantener vivo al Madrid. Un arreón suyo acercó a los blancos a tres puntos, apoyados en una defensa en zona 2-3. Sin embargo, dos triples consecutivos, de Peters y Williams-Goss, sentenciaron el choque. Una pérdida de Campazzo en un momento clave terminó de apagar la esperanza. La reacción llegó, pero demasiado tarde.
El Real Madrid compitió con coraje, pero se quedó corto en un escenario adverso en todos los sentidos. La falta de acierto, la plantilla limitada y un arbitraje muy cuestionado les pusieron contra las cuerdas. Ahora, con un 2-0 en contra, la eliminatoria se pone muy cuesta arriba. Hacer historia requerirá algo más que buen baloncesto: hará falta épica pura.
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