Durante este parón de selecciones, Marco Asensio tuvo unas declaraciones bastante polémicas que me hicieron pensar y reflexionar mucho el porqué de sus pobres palabras. Creo que la mayor parte del Madridismo está de acuerdo en que el chico se equivocó, y muchos quedamos decepcionados por el mensaje e imagen que Marco dejó en esta entrevista, la de un jugador asustado y con miedo a asumir responsabilidades en el Real Madrid.
Lo que más me sorprendió de Asensio quizás no fue lo que dijo en sí, sino la pregunta a la que estaba respondiendo y cómo lo hizo. Me explico. Al leer acerca de la noticia, mi primera reacción fue de cautela, acostumbrado a una prensa sensacionalista que suele sacar palabras de contexto para obtener titulares morbosos, no quería precipitarme a juzgar a Marco. Al ver más tarde las declaraciones y escuchar sus palabras, me quedé aún más perplejo.
“A ver, tampoco lo veo como una crisis, al final yo tampoco tengo que ser el que tiene que tirar del carro en el club. Hay jugadores que llevan muchos más años que yo, mucho más experimentados, que tienen un estatus mayor al mío y son los que tienen que tirar del carro“.
Asensio siempre me dio la imagen de ser un jugador atrevido en el campo y estas palabras iban en contra de la impresión que tenía de él. Pese a su edad, desde un principio se le vio cómodo en el Real Madrid, debutando con un golazo en una Supercopa de Europa, y después haciéndose un nombre a base de más golazos, algunos de ellos en partidos claves y de gran magnitud (por ejemplo unas semis de Champions ante el Bayern). Nunca me pareció el tipo de jugador al que el Real Madrid le quedara grande, pero estas declaraciones daban a ver justamente eso, a un Marco al que la camiseta del Madrid le pesaba mucho.
Aun así, y como ya he dicho, sus palabras no fueron lo más chocante por lo que decían, si no por la pregunta a la que estaba respondiendo. Era mi impresión que lo que contestaba Asensio no tenía mucho que ver con la pregunta que le estaban haciendo. Esta vez no parecía que fuera una pregunta mal intencionada buscando polémica.
“¿Qué lecciones estás aprendiendo, y qué te está enseñando esta que es como tu primera crisis? Sólo tienes 22 años, el fútbol pues eso, a veces te da, a veces te quita ¿qué estas aprendiendo de este momento que estas atravesando?”
Leyendo otra vez la pregunta, aún veo más dispar la respuesta. La periodista le pregunta que qué está aprendiendo de lo que son los momentos más difíciles que él ha vivido en el Madrid, sin mencionar nada de su responsabilidad, y Marco responde a la defensiva y bastante nervioso. Me recordó a cuando tus padres te preguntan algo, por ejemplo “¿qué quieres cenar?”, e inmediatamente respondes sin escuchar “yo no fui” o “yo no hice nada”. Normalmente, este tipo de respuesta es una señal de que algo hiciste y no tienes la conciencia tranquila.
La pregunta que me hice, y aún sigo haciéndome, es por qué Asensio contestó esto cuando podía haber dicho algo más genérico y menos polémico como suelen hacer los deportistas en situaciones parecidas. Decir algo acerca del trabajo, la intensidad, dar el cien por cien, confianza, etc. Cualquiera de estas respuestas habría pasado casi desapercibida (digo casi porque cualquier cosa que diga un jugador del Madrid es noticia). La única respuesta que se me ocurre es que Asensio está al tanto de las críticas que le rodean, sabe que está jugando por debajo de su nivel, y quería defenderse intentando sacarse presión. Irónicamente lo único que hizo fue ponerse aún más presión encima.
No voy a defender sus declaraciones, totalmente fuera de lugar y equivocadas (en el Madrid tiramos del carro todos), ni justificarle, pero sí creo entender el porqué de sus acciones. Desde que llegó al Madrid, Asensio siempre ha sido el niño prodigio para la mayor parte del Madridismo. Sus auténticos golazos, sus goles en cada debut en cada competición (con excepción del Mundial de Clubes), su manera de jugar como si llevara una década como profesional, su falta de miedo… todo hacía que la afición lo adorara y pusiera muchas expectativas en él. En sus dos temporadas anteriores, básicamente lo único que había escuchado eran elogios por todas partes. Su nombre solo se mencionaba para alabar alguna jugada o actuación, o para pedir su titularidad.
Algo que quizás no sabía Marco, es que en el Madridismo tenemos la mala costumbre de ensalzar a un jugador una temporada para crucificarlo a la siguiente al mínimo error. Sobre todo, hay una parte de la afición a la que le encanta criticar a un jugador para enaltecer a otro. Para ellos, los titulares nunca sirven, los suplentes merecen más minutos, y los que deberían estar en la plantilla están en otros equipos. Además, si dicho suplente reúne ciertas características, como tener pasaporte español y jugar en cualquier parte del campo remotamente parecida a Benzema o Bale, puede tener garantizado el apoyo incondicional de la prensa patria y dicha parte de la afición.
Asensio no es el primero que pasa de héroe a villano de una temporada a la otra, y probablemente no será el último. En temporadas recientes, hemos tenido los casos de Isco o Lucas Vázquez. Hace unas temporadas se pedían para el once sí o sí, Isco incluso como falso ‘9’ para substituir a Benzema. Ahora que han conseguido esos demandados minutos, Isco no sirve, Lucas es un insulto al fútbol, y Asensio ya no es Asensio, ahora es “Ausencio”. Los que tienen que jugar son Ceballos, Vinícius y Mariano. La próxima temporada estos ya no valdrán y los que estén en el banquillo serán mejores, y habrá que fichar a quien sea que juegue bien en otro equipo.
Es cierto que muchas de las críticas deportivas son justificadas. Asensio no está jugando al nivel que puede dar, Isco esta en baja forma, y Lucas ha perdido el desborde que le caracterizaba. Lo que no veo normal es que un jugador pase a ser odiado tan rápido y a la mínima mala actuación. Sobre todo, no entiendo la manía de utilizar los motes que el antimadridismo utiliza para mofarse de ellos, o peor aún, que sea el propio madridsmo el que se invente esos motes.
Como profesionales, deberían mantenerse al margen de todo esto y no dejar que les afecte en el campo, pero vivimos en un mundo en el que cada vez es más difícil de evitar ciertas cosas. Las redes sociales hacen posible que se sepa todo al instante. Sabemos que muchos jugadores están al corriente de lo que se dice de ellos en las RRSS por las cosas que publican, y les alabamos por las zascas que dan de vez en cuando a la prensa. De la misma manera que ven lo que la prensa dice, también ven lo que la afición dice. La respuesta de Asensio parecía, en mi opinión, una respuesta a todos aquellos que le llaman “Ausencio” y le critican por no haber aprovechado la oportunidad de ser titular.
Vuelvo a reiterar que no estoy defendiendo lo que dijo, ya que para mí metió la pata hasta el fondo. Asensio deber entender lo que supone jugar para el Real Madrid y estar física y mentalmente preparado para todo lo que ello conlleva. Su respuesta fue la de un niño al que le falta madurar, sobre todo fuera del terreno de juego y que aún no ha entendido lo que es el Real Madrid. A veces los peores adversarios para un jugador del Madrid no son ni el Bayern, ni la Juve, ni el Barça. Incluso la prensa no es el peor enemigo. Muchas veces, el obstáculo más difícil de superar es la propia afición.
Hablamos mucho de la autocrítica para el equipo, y quizás deberíamos utilizarla más con nosotros mismos. No toda promesa del fútbol acabara ganando un Balón de Oro, muchos ni siquiera llegarán a asentarse como titulares. Muchas veces ponemos unas expectativas que se alejan de la realidad, y nos decepcionamos cuando no suceden. Cuando los entrenadores deciden dar tiempo a jugadores jóvenes, e ir poco a poco con ellos, quizás saben lo que están haciendo. Muchas veces sólo vemos el próximo partido, en vez de la carrera deportiva que queda. Al fin y al cabo, un futbolista no es de usar y tirar.
En el Madrid TODOS tiramos del carro, desde los XI titulares hasta el aficionado más remoto. Lo que sí es cierto, es que es más fácil tirar del carro cuando no lo llenamos de piedras. Así que quizás deberíamos dejar de tirárnoslas hacia nosotros mismos.